domingo, 14 de agosto de 2011

La Lamparilla - Cuento Selvatico



CREENCIAS
LA LAMPARILLA

Su nombre deriva de su semejanza con una lámpara encendida. Aparece en horas avanzadas de la noche como un foco de luz tenue y rojizo. A veces fija a 50 centímetros del suelo. Otras veces desplazándose en diversas direcciones pero a la misma altura. Quienes se acercan con la intención de cogerla se ven fuertemente impresionados cuando se transforma en figura de un hombre gigante vestido con túnica blanca que de a pocos se desvanece como neblina, dejando un olor desagradable y dañino que produce la enfermedad conocida como "mal aire".
Puede verse en lugares solitarios de la selva aunque antiguamente aparecía en la ciudad cuando no había alumbrado eléctrico y algunas calles eran como caminos con casas muy espaciadas.
Abundan los testimonios de quienes vieron a la "lamparilla" con una sensación de estremecimiento que crispa los nervios.

En Juanjui, cierta noche bien oscura, don Eduardo Peña Meza, regresaba de velar un cadáver en una casa que estaba a unas seis cuadras de la suya, encontró una luz que parecía ser llevada por un hombre invisible.
Don Eduardo cambió inmediatamente de rumbo, tomando otra calle, porque no era posible aventurarse a pasar por ese lugar, ya que esa luz era la lamparilla, horrible fantasma de la selva.
Pero al llegar a la otra calle volvió a ver la luz a una cuadra de distancia, en el instante retorno a la calle anterior, pero la luz ya estaba allí con el propósito de impedirle el paso, ante esta situación, don
Eduardo, se puso a meditar, si regresaba al velorio contaría lo sucedido y si no lo creyeran lo tomarían por cobarde, pero irse contra el fantasma era una aventura muy peligrosa.

Mientras reflexionaba así, la luz seguía alumbrando paseándose por la boca calle por donde debía pasar, desafiándole de esta forma. Don Eduardo tomo animo, cogió una cañabrava y seguía adelante, con paso resuelto, pero del mismo modo la luz venia a su encuentro, y muy cerca, los rayos luminosos le impedían ver al fantasma, pero sin perder tiempo, arremetió a golpes contra el fantasma, la lucha ya duraba casi diez minutos, sin que don Eduardo lograra alcanzar golpe alguno al maligno ser, mientras este daba vueltas vertiginosa a su alrededor.

Ansioso de dominar a su enemigo cuanto antes, don Eduardo asestaba golpes a diestra y siniestra, hasta que cansada la lamparilla abandono la pelea. Don Eduardo le persiguió infatigable, hasta que consiguió alcanzarle un tremendo golpe, viendo como consecuencia caer a la lamparilla y desaparecer la luz. Inmediatamente prendió un fósforo y solo encontró en el suelo un insecto de seis centímetros de largo por tres de diámetro, y no tenía alas, don Eduardo comenzó a despedazarle con el palo, pero antes de terminar se apago el fósforo, cuando prendió otro fosforillo ya no encontró al insecto muerto, había desaparecido.
Es así que don Eduardo Peña Meza, mató, en Juanjui a la horrible Lamparilla, terror de los trasnochadores.


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