domingo, 21 de agosto de 2011

La muerte lenta de un Río Selvático llamado el Choclino






RIO CHOCLINO

Hace Muchos Años Dios me formó para que tomen y se sirvan de mí. Tenía Muchos Peces, Como el Boquichico, Shitaris, Bagre y muchos más y al rededor mío crecen hermosos arboles como el renaco, el Oje, las Palmeras, Bombonajes, Vijaos, con flores de variados colores y perfumes naturales. Los Sapos, Ranas, Patos silvestres, mariposas multicolores, que volaban con toda libertad y alegría. Y en los arboles los monos, Pichicos saltaban y jugaban en los árboles, como también el Sajino, Sachavaca, Venado, Paugil, y muchos animales más, que al anochecer cantaban y entonaban sus dulces cánticos a Dios; pero ahora agonizando estoy por la mano del hombre, que se metió conmigo, cada día que amanece me llenas de basura, orines, excremento, mis aguas generalmente son turbias ¡Hay... Hay estoy muriendo, los únicos días que puedo respirar y estar limpio es cuando llueve y luego vuelvo a agonizar, me estoy muriendo, y Nadie hace nada por mi¡ ¿ Estaré condenado a morir a causa de la mano del hombre?




RÍO CUMBAZA

Río Cumbaza, cual majestuoso y cristalino recorres, y bañas  todo el pueblo de morales.
En tus riveras viven los elechos, los aguajales, las totoras, renacos, el huayruro, sangre de grado, uña de gato.

Hermosos árboles frondosos imponenentes,  cual majestad que alimenta tus riveras.
Pero al recorrer los años  se oye gritos de auxilio, de angustia que cada día tus aguas disminuyen.
¡ Hay... ¡ por favor no talen mis costillas que son el sostén de mi caudal.

No me ensucies, por que asfixio con tanta basura.
por favor cuídame, respétame que yo te daré agua fresca y cristalina.

Cuando sientes calor, te sumerges sobre mis brazos y yó te enfrío y calmo tu calor, pero por favor cuidame
y quiéreme no me ensucies...  “ Hombre “ 




AGUA RICA DEL MANANTIAL El Poyo

Muchos años mis aguas fluían de las raíces de cientos aguajales con un sabor dulce a aguaje
y el hombre bibio por muchos años, y le gustó tanto que venía de muy lejos a llevarme con cantaros,
tinajas, baldes y degustaban del sabor  agradable que tenía.

Pero ahora me cortaron talaron mis tallos de aguajal y me estoy muriendo poco a poco
¿hasta cuando el hombre me ara tanto daño ? si lo que hice es calmar su sed.
En mis riveras ahora  el hombre construyo muchas casas, letrinas y me ensucian todos los días
sin saber que soy fuente de vida y si yó muero ellos también morirán.


Las Autoridades no tienen conciencia por buscar un voto dejan que se destruyan manantiales de aguas puras
y cristalina.

Las futuras generaciones exigimos preservar las aguas fuentes de viva para  el futuro de nuestros hijos 
¡que será de nuestros hijos y nietos si vivimos  solo por vivir¡ donde esta que muchos se llenan la boca diciendo que la selva es el pulmón del mundo

          AUTORA AUTODIDACTA  DE LA SELVA

       Maria  A. Baltazar Perez




domingo, 14 de agosto de 2011

LA TANRILLA

Es una garza pequeña, muy bonita y prosista ”coqueta”, que dicen, tiene en sus finas y largas patitas un secreto para hacer encantamientos de amor. Cuando el curandero recibe el encargo de preparar el filtro de amor, deberá cazarla mediante un tiro de pucuna ”dardo de cerbatana”,pero también deberá estar dietando por varios días. Extraídos los huesitos de las patitas, los limpia y prepara mediante acarados ”cantos mágicos”. Quitada la médula, estos quedan como tubitos y es a través de éstos que el enamorado debe espiar a la mujer elegida ”como si fuera un largavista”. Pero, ojo, la muchacha no debe saber que es observada. Y si la operación ha sido bien hecha, a los pocos días aceptará gustosa los requerimientos del galán.

El Maligno

El maligno, un alma en pena por haber cometido muchos y graves pecados en la tierra, se diferencia del tunchi por el silbido, pues éste se escucha solamente así: “fin…..fin…fin” y nada más repetido varias veces mientras pasa cerca de un ser viviente. Es mucho más temido que el tunchi, porque según la creencia popular éste persigue a su víctima silbando cada vez más cerca de ella hasta que lo escucha, como un sonido gutural escalofriante, llegando a causarle tal pánico que le puede sobrevenir hasta la muerte, por un paro cardíaco instantáneo. La persecución a la víctima es más ostensible y persistente cuando ésta le ha remedado en el silbido o cuando se ha burlado en alguna forma de él. También llega a materializarse como el tunchi, pero siempre bajo una forma horripilante capaz de paralizar a cualquier mortal. Cuando una persona logra escapar a su persecución, sea por haber rezado a tiempo, por haber llegado a su casa oportunamente o por haberse encontrado con otras personas, entonces es seguro que le hace soñar por la noche diciéndole que ha salvado la vida gracias a esas circunstancias.

EL CHULLACHAQUI


EL CHULLACHAQUI(Espíritu de los Pies Desiguales)


El Chullachaqui, siempre adopta la figura o la forma de una persona amiga conocida del pueblo, para engañar a la que va a ser su víctima y hacerle perder en la espesura de la enmarañada selva. Muchos pobladores aseguran que en muchas oportunidades han visto las huellas o pisadas desiguales del que dicen Chullachaqui, impresos en el barro, otros dicen que es un demonio que cuida la selva para que no penetren en ella.

Cuentan así mismo los pobladores, que en Armayari, un bello pueblo enclavado en la selva del Departamento de San Martín a 1 Km. aproximadamente de la población, se encuentra la guarida o casa de los Chullachaquis. Relatan que un día a horas de la tarde un vecino del lugar llamado Juan Nicolás, después de haber bebido una gran cantidad de masato (licor a base del fermento de la yuca), decidió ir a al chacra para ayudar a su padre quien se encontraba realizando las labores agrícolas.
Al pasar por el referido lugar, improvisadamente se le presentó una persona igualita a su padre y sin dejarlo avanzar le dijo; "He venido a esperarle, sígueme vamos a la chacra". Juan Nicolás un poco sorprendido obedeció sin decir una sola palabra siguió caminando junto con su inesperado acompañante por un camino bastante ancho pero a medida que iban avanzando el camino se hacia cada vez más angosto. En ese trayecto sorpresivamente se detuvo y le dijo: "Hasta aquí te he acompañado, tu te quedas y yo me voy, y desapareció del lugar, riendo burlonamente.
Recién Juan Nicolás se dio cuenta que se encontraba perdido en un enorme bosque y por más que busco el camino para regresar a su casa no lo encontró. Desesperado ando por el monte llamando con voz en cuello a alguien que pudiera encontrarse cerca para que lo saque del lugar pero nadie respondió.
Al darse cuenta los familiares que Juan Nicolás no se encontraba ni en su casa ni en la chacra, de inmediato salieron a buscarlo, logrando localizarlo después de cuatro días de intenso trajín. Pero Juan Nicolás había perdido la razón. Ya en su casa comenzaron a curarlo pero no conseguían volverlo a su estado normal. En vista de que no recobraba el conocimiento decidieron llevarlo a un curandero para que lo tratara. El curandero les pidió que llamaran al sacristán y al cantor de la iglesia y conjuntamente con los familiares del enfermo caminaron hasta el sitio en donde habían encontrado a Juan Nicolás. Al llegar al lugar prendieron las velas que habían llevado y comenzaron en voz alta a llamar al alma de Juan Nicolás. A continuación emprendieron el camino de regreso haciendo sonar la campanilla, cantando y sin mirar hacia atrás, cuando llegaron encontraron que Juan Nicolás se encontraba profundamente dormido y entonces comenzaron a llamarlo diciéndole: "Juan Nicolás, Juan Nicolás..." y después de un largo suspiro Juan Nicolás despertó ya completamente sano y salvo del hechizo del CHULLACHAQUI.

El granjero y el maíz


El granjero y el maíz


Era una  muy hermosa, rodeada de árboles de jigua, chicharrón, motilón y miles de chaparros que en el mes de mayo florecían brindando un aroma que en otros lares del universo jamás se percibían.
Durante los veranos, en las madrugadas frías, los mirlos y los gorriones entonaban muy alegres sus cánticos anunciando la llegada de las cosechas.
En los matorrales, las tórtolas y las torcazas anidaban con abundancia ofreciendo a los niños campesinos el deleite de la recolección de  frescos y de delicados pichones para satisfacer tan exigentes paladares.
De ves cuando se veía cruzar muy veloz al chucuri vivaz, que iba tras la presa favorita o que se escondía del cazador.
Cuando eran las tres de la tarde, al escuchar el bullicio de las bandadas de loros que hacían retumbar el silencio de la granja tranquila y apacible, el granjero gritaba: carajo . . . ya vienen los loros . . . . . guambras, corran a espantarlos …. Que estos bandidos van a acabar con la sementera de choclos.
Los bulliciosos loros, vestidos con trajes elegantes, de verde, rojo, azul y plomo, visitaban las sementeras de maíz, para ver que los choclos estén de cosecha para servirse el plato favorito en  de la algarabía.
En aquella granja, tan generosa por la fertilidad del suelo, el granjero y su esposa sembraban y cosechaban de todo; pero lo que mas cultivaban era el maíz  con cuatro y seis mazorcas muy grandes en cada caña. Es que, el maíz lo utilizaban para todo: hierba para la alimentación de los animalesdomésticos, los toctos y las cañas para los chanchos; los choclos tiernos y frescos para saborear y completar la ración alimenticia diaria para la familia y para los trabajadores que tenían el rango de peones. Cuando maduro y seco, al maíz lo guardaban para todo el año y lo utilizaban preparando el mote que nunca faltó en la  o el maíz tostado en tiesto de barro para acompañarlo con un vaso de leche fresca de vaca. Pero también servía para hacer harina y amasar las deliciosas tortillas con abundante queso coloreado con  o también para elaborar la deliciosa colada de harina de maíz bien sazonada con sal o con raspadura.
Cuando llegaba la cosecha, las sementeras de maíz se convertían en escenarios de verdaderas fiestas: conversaciones en alta voz de los peones; rizas y carcajadas de  coquetonas; gritos y silbidos del mayordomo dando órdenes en el trabajo; sonidos de cañas y hojas secas y resquebrajadas para la recolección de mazorcas.
Un determinado , el granjero que constató que la cosecha era buena, ordenó: recojan únicamente las mazorcas grandes y sanas; las mas pequeñas e incompletas, sobra de loros, guiracchuros y ratones de monte, dejen colgadas en la calchas secas, para ración segura de pájaros hambrientos y para los pobres aldeanos que recojan la chala.
Por el fruto recolectado de las primeras cosechas, el granjero y su esposa estuvieron muy felices, debido a que, a decir de ellos, fueron premiaros por eltrabajo abnegado. Su esposa exclamó : ¡Demos gracias al Todo Poderoso y a nuestra madre naturaleza, paguemos a los peones con grandes raciones de mazorcas, con abundante comida y hasta con ricas golosinas, llenemos los soberados y los trojes con las mejores mazorcas!
Él, por su parte dijo: Hay que seleccionar las mejores mazorcas para las próximas siembras y guardarlas con toda la hoja colgadas en guayungas para que no se infesten de gorgojos. Todo es ocurría mientras la pareja disfrutaba de una noche clara de luna llena, de cielo despejado, con abundantes estrellas que juguetonas volaban de un lado a otro para esconderse en el inmenso firmamento de verano.
Luego, orgulloso señaló: unas pocas latas de maíz servirán para venderlas y con el dinero comprar una o dos paradas, para bien vestidos asistir a la misa dominical del pueblo o ir de compras a la plaza, y por supuesto para lucir muy futres en la única fiesta del año: el carnaval, que es una ocasión de deleite y de derroche.
Acto seguido la esposa expresó: hay que guardar el maíz mas delgado para alimento de las gallinas durante el invierno y para engordar los chanchos para obtener la carne para el banquete que se hacen en la siembra, la deshierba y en el aporque de las chacras que es una parte del ritual sagrado del maíz.
Pero llegó un día, en una de aquellas exuberantes cosechas, en que el inquieto granjero se puso a mirar, que luego de la jornada diaria, las mujeres humildes de la vecindad, algunas con sus niños de pecho a la espalda, muchas de ellas esposas de los peones, chalaban algunas mazorcas de maíz dejadas con ese propósito; y, con una ira incontenible, fruto del egoísmo, con gritos, insultos y actitudes descomedidas, mezquinó el sobrante de la cosecha que era ya una costumbre instituida en aquella granja generosa; ordenó al mayordomo que vigile que no dejen una sola mazorca en el campo por más pequeña que sea.
En ese año el granjero y su familia, llenaron trojes y soberados de tanto maíz recolectado que se pudrió por la humedad del invierno prolongado. Hasta el momento no se saben los motivos por los cuales las gallinas dejaron de poner los huevos a pesar de no faltarles el maíz como alimento predilecto. En ese invierno llegó la peste que enfermó a chanchos causando la muerte masiva. La fiesta de la siembra del maíz ya no tuvo el ritual acostumbrado con la ración abundante y generosa de las siete comidas y de la copiosa carne de chacho y de gallina. Y desde ese entonces las cosechas abundantes se han convertido en miserables y limitadas recolecciones de mazorcas diminutas, podridas e infestadas por gorgojos.
Como el suelo ya no producía, el granjero tomó la determinación de ampliar el espacio para el cultivo y ordenó a los peones a que talen árboles y chaparros, que quemen todo lo que encuentren a su paso y que siembren todo lo que puedan de maíz. Pero todo esfuerzo fue en vano, ya que invadieron las plagas a las sementeras: los chirotes sacaban las plántulas recientemente germinadas. Las enfermedades de las plantas del maíz eran cada mas fuertes. Las bandadas de los loros eran cada vez más pequeñas, pero más hambrientos; pocas plantas florecieron para adornar el ambiente y el paisaje se ponía más triste y desértico. Nunca más se vieron a las traviesas ardillas saltar de rama en rama llevándose con dificultad las mazorcas gigantes. Jamás se escucharán a las cigarras anunciando la llegada de las cuatro de la tarde y pregonando la hora del fin de la jornada; ni a los grillos, entonar sus violines en el anochecer.
El granjero y su mujer constataron que los conejos de monte, vestidos de traje obscuro, perdieron el brillo intenso de sus ojos, que ya no tenían en donde esconderse de los galgos flacos y hambrientos que también perdieron sus golosinas en los choclos frescos y tiernos de aquellas sementeras tan grandes y productivas.
Hoy, las pocas aves que quedan, cantan afónicas tristes melodías, recordando con melancolía tan alegres y lejanos días.
Los ratones colorados de campo, a los graneros han invadido; los gorgojos pululan en los trojes vacíos y el hambre de la humanidad es noticia de todos los días.
Pero un día en el suelo ya desértico, un enorme maíz creció y se petrificó, y, cuando el sorprendido granjero fue a verlo, con voz ronca de ultratumba le replicaba fuertemente: La ambición es pecado que lleva a la agonía, que en vez de abundancia, hay escases todos los días, ya no habrá mas el abundante mote caliente con raspadura y queso tierno para saciar el hambre de visitantes y caminantes como en antaño.. . . . los tiempos buenos han quedado para el recuerdo y las tardes serán una agonía.

La Lamparilla - Cuento Selvatico



CREENCIAS
LA LAMPARILLA

Su nombre deriva de su semejanza con una lámpara encendida. Aparece en horas avanzadas de la noche como un foco de luz tenue y rojizo. A veces fija a 50 centímetros del suelo. Otras veces desplazándose en diversas direcciones pero a la misma altura. Quienes se acercan con la intención de cogerla se ven fuertemente impresionados cuando se transforma en figura de un hombre gigante vestido con túnica blanca que de a pocos se desvanece como neblina, dejando un olor desagradable y dañino que produce la enfermedad conocida como "mal aire".
Puede verse en lugares solitarios de la selva aunque antiguamente aparecía en la ciudad cuando no había alumbrado eléctrico y algunas calles eran como caminos con casas muy espaciadas.
Abundan los testimonios de quienes vieron a la "lamparilla" con una sensación de estremecimiento que crispa los nervios.

En Juanjui, cierta noche bien oscura, don Eduardo Peña Meza, regresaba de velar un cadáver en una casa que estaba a unas seis cuadras de la suya, encontró una luz que parecía ser llevada por un hombre invisible.
Don Eduardo cambió inmediatamente de rumbo, tomando otra calle, porque no era posible aventurarse a pasar por ese lugar, ya que esa luz era la lamparilla, horrible fantasma de la selva.
Pero al llegar a la otra calle volvió a ver la luz a una cuadra de distancia, en el instante retorno a la calle anterior, pero la luz ya estaba allí con el propósito de impedirle el paso, ante esta situación, don
Eduardo, se puso a meditar, si regresaba al velorio contaría lo sucedido y si no lo creyeran lo tomarían por cobarde, pero irse contra el fantasma era una aventura muy peligrosa.

Mientras reflexionaba así, la luz seguía alumbrando paseándose por la boca calle por donde debía pasar, desafiándole de esta forma. Don Eduardo tomo animo, cogió una cañabrava y seguía adelante, con paso resuelto, pero del mismo modo la luz venia a su encuentro, y muy cerca, los rayos luminosos le impedían ver al fantasma, pero sin perder tiempo, arremetió a golpes contra el fantasma, la lucha ya duraba casi diez minutos, sin que don Eduardo lograra alcanzar golpe alguno al maligno ser, mientras este daba vueltas vertiginosa a su alrededor.

Ansioso de dominar a su enemigo cuanto antes, don Eduardo asestaba golpes a diestra y siniestra, hasta que cansada la lamparilla abandono la pelea. Don Eduardo le persiguió infatigable, hasta que consiguió alcanzarle un tremendo golpe, viendo como consecuencia caer a la lamparilla y desaparecer la luz. Inmediatamente prendió un fósforo y solo encontró en el suelo un insecto de seis centímetros de largo por tres de diámetro, y no tenía alas, don Eduardo comenzó a despedazarle con el palo, pero antes de terminar se apago el fósforo, cuando prendió otro fosforillo ya no encontró al insecto muerto, había desaparecido.
Es así que don Eduardo Peña Meza, mató, en Juanjui a la horrible Lamparilla, terror de los trasnochadores.


viernes, 12 de agosto de 2011

FIESTA DE SAN JUAN

IQUITOS, PERÚ, CELEBRACION DE LA FIESTA DE SAN JUAN, 2011